Hace un año mientras el fundador de Wikileaks padecía los estragos de permanecer en la embajada ecuatoriana en Londres y tras su larga persecución encabezada por el gobierno de los Estados Unidos de América, el cuerpo de un científico fue encontrado sin vida, en Nueva York, se trataba del activista Aaron Swartz, quien estaba próximo a luchar contra una condena de 35 años por la descarga de investigaciones del afamado JSTOR.
Divulgador de la ciencia, otras artesano; Aaron es una persona clave para aproximarse y observar generaciones en vías de manifestación a través de las ideas y la ciencia como eje rector. No solamente por su trabajo impecable como científico, sino por usar a la labor científica como un proceso de socialización en sí misma.
Como arquitecto siempre mantuvo una relación con las máquinas, puesta en cuestión, decía que le gelatinizaban el cerebro; por lo que buscaba momentos para estar con él y no tomaba a mal la idea de regresar al mundo del papel y los libros, aunque también reconocía las capacidades del entorno digital para interactuar y colaborar con la gente y así construir cosas.
Ingeniero que estableció varios marcos para la forma en que nos relacionamos con el saber en la web, colaboró en el desarrollo de la capa de código de las licencias Creative Commons, al tiempo que asumía la defensa a la reinvención y no aceptaba simplemente una critica por tener prácticas técnicamente diferentes, filosofía y aproximación motor del código de Open Library.
Promotor, divulgador y desarrollador de la llamada Web semántica, aquella que definió Tim-Berners Lee como una “extensión de la actual web en la que a la información se le da significado bien definido, que permite que las computadoras y la gente trabajen en cooperación”. Sin embargo Swartz prefería pensarse como un practicante de la sociología aplicada y la nombraba junto con otras ideas “La Web programable”.
La curiosidad de Aaron lo llevó a explorar un camino que siempre compartía, tanto, que se manifestó por el acceso al conocimiento para toda la humanidad y su libre flujo en las redes, al ser impulsor de la campaña que debilitó la iniciativa Stop Online Piracy Act (Acta de cese a la piratería en línea), esta fue su lucha, misma que desarrolló con su código y su palabra.
Su mente migrante ha dejado la vida celular, pero sus ideas, trabajo y cariño han impregnado las redes neuronales de Internet y muy posiblemente, las de sus habitantes, vida que solamente podremos palpar en la medida en que computólogos, tecnólogos y arquitectos vean que es necesario levantar entornos de creación digital con capacidad para ser habitados socialmente, iniciando por su desarrollo.
Esto nos indica que la web programable socialmente inconclusa, diseñada por el caminante Aaron, pueda ser completada en la medida que seamos críticos para reflexionar y asir las herramientas que entretejen redes de conocimiento, para así dirigir la atención a los procesos, la diversidad y la curiosidad.
Publicado en Sursiendo, 4 de enero de 2014